Excluidas de la NegociaciÓn de Paz
Expertas en la resolución de conflictos armados rechazan
el papel de víctimas pasivas que se asigna a las mujeres
y reivindican el lugar que les corresponde en los procesos de reconciliación
by Rosa Massagué, El Periodica
March 8, 2024
Mujer pacífica, hombre violento. Mujer cuidadora, hombre
productor. Mujer víctima pasiva de un conflicto. Los estereotipos
no sirven para explicar la realidad porque ésta es mucho
más compleja pero cuesta eliminarlos como se vio en el Seminario
sobre Mujer y Conflicto realizado a finales de febrero en Valencia
organizado por la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
Conocen bien estas dificultades las mujeres, que son las principales
protagonistas civiles de los conflictos armados y que después,
cuando hay que emprender la senda de la resolución de la
guerra no encuentran su sitio en las mesas de negociación
de la paz ocupadas por los políticos y los señores
de la guerra. Como en El Salvador, por ejemplo.
El 29% de los efectivos del Frente Farabundo Martí de Liberación
Nacional (FMLN) en el momento de su desmovilización, en
1992, eran mujeres. Unas se habían unido a la guerrilla
como combatientes, otras como colaboradoras. Unas lo habían
hecho por convicciones políticas, otras por lazos familiares.
Las que quedaron en casa o fueron obligadas a desplazarse tenían
que asegurar la supervivencia del resto de la familia.
Morena Herrara, que fue guerrillera del FMLN y hoy es diputada
en el Parlamento salvadoreño y fundadora de Las Dignas (Asociación
de Mujeres por la Dignidad y la Vida) explicaba en Valencia que
un mes después de la firma de los acuerdos de paz los revisaron
y no se encontraron. ¿Por qué? se preguntaba. "Por
la pervivencia del estereotipo de que las mujeres lo damos todo
a cambio de nada, porque se nos presenta sólo como víctimas
y porque no se visualiza todo lo que hemos generado", decía.
Víctimas sí, pero no pasivas, sino activas. Éste
es el rol que reclamaba Sanam Anderlini, dirigente de Inclusive Security: Women Waging Peace, una institución dedicada a promover la plena participación
de las mujeres en los procesos de paz. Las mujeres, decía, "ayudan
a sobrevivir, a mantener la dignidad. La gente no quiere ser objeto
si no sujeto. Son el eje central de las estrategias de supervivencia".
Y lo son durante el conflicto e inmediatamente después.
¿Qué aportan las mujeres en una situación
de posconflicto? Lo que difícilmente aportan los hombres,
una perspectiva muy distinta. Tienden a trabajar desde la base,
recogen la voz de la gente y son capaces de construir la confianza
mutua entre ambas partes. Son compasivas. Tienen capacidad para
identificarse mental y afectivamente con el otro bando y son las
primeras en trabajar juntas cuando llega la pacificación.
En Sierra Leone, muchas mujeres se hacen cargo de niños
combatientes enemigos. En Suráfrica, más del 60%
de las intervenciones ante la Comisión de la Verdad y la
Reconciliación eran mujeres. En Ruanda, viudas cuyos maridos
fueron asesinados luchan por su futuro junto a las mujeres de los
genocidas. Israelís y palestinas buscan juntas la paz para
sus pueblos desde plataformas como la de Mujeres de negro.
Carmen Magallón, directora de la Fundación Seminario
de Investigación de la Paz del Centro Pignatelli, de Zaragoza,
abogaba por el papel de la mujer como sujeto de construcción
de paz con una argumento simple pero contundente: "Las mujeres
son la mitad de la sociedad y, por tanto, la mitad de la solución".
Lo señalaba Herrera. Los acuerdos de paz logran acallar
las armas, pero no ponen fin a los conflictos sociales, y en buena
parte es así porque se ignora el extraordinario capital
que pueden aportar las mujeres.
Políticos y mujeres utilizan calendarios distintos. Los
primeros trabajan a cuatro o cinco años vista, a ritmo electoral,
y necesitan resultados a primera vista aunque sean, y casi siempre
lo son, superficiales. Ellas trabajan a largo plazo, construyendo
de verdad.
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